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Testimonio del camino de la Maestra Tiava

Me presento: mi nombre de pila bautismal es Rosangela Castro Salazar, pero mi nombre espiritual es Tiava. Te quiero compartir en este escrito parte de mi historia y experiencia en la Escuela de Transformación Interior Gelva.

Yo si tuve que hacerme esa pregunta hace unos años, más exactamente en diciembre de 2015, cuando me diagnosticaron un tipo de cáncer llamado Linfoma Hodgkin con metástasis en las cúpulas pulmonares, con masas de 10 cm, 5 cm y 4 cm, con compresión de la arteria subclavia y el corazón, entre otras complicaciones más. Mi pronóstico no era favorable, podía estar teniendo pocos meses de vida, si todo seguía avanzando como iba; este fue el momento en que me di cuenta de que la teoría debía volverse práctica.

Para esa fecha, yo ya era profesional en Psicología de la Pontificia Universidad Javeriana, con diplomados en medicina alternativa de la Universidad del Rosario, con experiencia en psicología clínica con pacientes de una gran multinacional dedicada a la atención de pacientes con daño renal, era estudiante de la Escuela de Transformación Interior Gelva desde el año 2009, y maestra en Reiki desde el año 2011, pero no fue sino hasta ese momento en que todo el conocimiento acumulado tuvo que ser puesto en evaluación.

Había dos circunstancias al respecto para evaluar: La primera, es que muchas de las cosas que había aprendido las había entendido mal y por ende lo que había practicado me había llevado a ese resultado de la enfermedad; es decir, los miedos, los resentimientos, los celos, la falsa espiritualidad, el manejo de las emociones, los juicios y señalamiento, entre otras, era el camino que estaba usando sin darme cuenta.

Y la segunda, es que mucho del conocimiento que me habían enseñado mis maestros NO lo estaba aplicando a mi vida; yo sabía que tenía las herramientas, pero no las estaba usando. Conocía sobre las técnicas del perdón, sobre el correcto procesamiento de los eventos inesperados y dramáticos (según mis ojos), la correcta alimentación, desintoxicación del cuerpo, etc, pero estaba viendo claramente que NO los estaba practicando.

Ahora bien, teniendo en cuenta la gravedad del caso, opté por recibir algunas sesiones de quimioterapia y radioterapia, ya que necesitaba comprar tiempo para mi cuerpo mientras mi mente y emociones cambiaban, con la ayuda de todas las otras técnicas alternativas que estaba aplicando con mayor responsabilidad. Era indudable que muerta no podía recibir las otras opciones terapéuticas alternativas, así que primero debía asegurar estar viva. Con esto quiero aclarar que en muchas ocasiones la medicina alopática y la alternativa tienen que darse la mano si de verdad quieren ayudar a la persona a recuperar su salud, no se trata de competir, sino de cooperar por el bienestar del paciente.

Durante varios meses estuve bajo un estricto plan de trabajo interno, de modificación de la conducta, de hábitos alimenticios y emocionales, terapias energéticas, terapias del perdón, entre otras; lo cual me llevó a tener una “milagrosa” recuperación que ni los médicos podían explicarla. Lo que, según los primeros exámenes y opiniones de muchos especialistas, me tomaría unas 40 sesiones de quimioterapia y 2 años de tratamiento (si lo resistía y sobrevivía), se redujo a 9 sesiones y un par de meses de tratamiento. Y lo que debía matarme en unos 3 meses se transformó en vida, ya que esta historia la estoy contando más de 5 años después de ese pronóstico inicial.

Todo esto me llevó a hacer una gran pausa en mi camino espiritual y reflexionar cómo lo estaba llevando. Para ser honesta, hoy en día doy gracias por la experiencia vivida, aunque era innecesaria (ya que podía haber aprendido las lecciones sin ponerme en riesgo), ya que fue de mucha utilidad para comenzar mi camino hacia una verdadera espiritualidad práctica, que aún continúa en evolución, puesto que en este camino requieres de “muuuuuchaaaa” práctica hasta que te quede bien hecho.
Aquí quiero aclarar algo; ser una estudiante de la Escuela de Transformación Interior Gelva, practicar las técnicas que ella enseña, no me convertían en iluminada ni mucho menos Maestra Interna, pero si me daba grandes herramientas para superar las circunstancias que yo misma creé (aunque con un bajo nivel de consciencia). En ese momento de la “crisis existencial”, fue cuando pude darme cuenta de los cambios que debía hacer en mi método de estudio, ya que si me había puesto en esas circunstancias era seguro que algo había mal interpretado en las enseñanzas que el Maestro Gelva me había dado.

En este aspecto, personalmente tenía una aparente ventaja que yo estaba convirtiendo en desventaja, puesto que tenía en casa representada en la misma persona, a mi Maestro espiritual, a mi esposo, a mi terapeuta y a mi amigo.

En esa época el Maestro Gelva y yo ya nos habíamos convertido en esposos, y para mi mente llena de resentimientos, miedos, preguntas, tristezas, celos y demás desajustes de la conducta, había de mi parte un verdadero conflicto de intereses, esto se estaba convirtiendo en un reto para mi ego, sin darme cuenta quería demostrar que “yo lo podía resolver sola”, quería demostrar al mundo y en especial a mi esposo y Maestro, que sabía el camino hacia la salud, pero esto demoró mi evolución.
A medida que iba recibiendo las terapias (tanto alopáticas como alternativas) fui generando grandes cambios en mi manera de ver el proceso mental que originó toda la enfermedad física, pero fue solo hasta que me dejé ayudar, que la Salud empezó a llegar. Tomé la decisión de ser disciplinada en mis prácticas, y fue esto lo que me permitió liberarme totalmente de esa enfermedad.

Otra cosa de la que estoy segura hoy en día es que, si para esa fecha yo no hubiese iniciado mi camino en la Escuela Gelva unos años atrás, el transitar por esta enfermedad hubiese sido muy dramático, lleno de miedos personales y familiares. Así como lo dice mi Maestro Gelva: “Hay eventos en la vida que hemos escriturado desde nuestra alma para experimentar las emociones y aprender el Amor; no lo podemos evitar, pero si podemos mitigar su intensidad y resultado” esto depende de lo que hayamos hecho antes, durante y después del suceso. Este fue mi caso.

Del mismo modo, comprendí que una de las cosas maravillosas de pertenecer a una escuela de espiritualidad y de tener un Maestro incidental es que tienes la oportunidad de poner sobre la mesa todo lo que tienes en tu mente y en tu corazón, para que tu Maestro y tus compañeros de camino te ayuden a resolver el rompecabezas. Es seguro que yo sola lo hubiera podido resolver, pero también es seguro que me hubiese tomado más tiempo, eran más altas las probabilidades de frustrarme al no entender, lo cual me hubiese llevado a la ira y por ende al abandono de la práctica y de la vida misma.
Con un Maestro y con compañeros de camino el transitar por la elevación de la consciencia puede ser más divertido, aunque no significa que sea más “fácil”, ya que no depende de ellos sino de mi disposición a dejarme ayudar, a dejarme guiar. Entendí que con la compañía que ellos me daban era más sencillo de resolver el conflicto desde la raíz y no solo desde la punta del iceberg.

Por estas y muchas más razones te recomiendo que si lo que verdaderamente quieres alcanzar es salud y la felicidad. ¡No te rindas! Todo, absolutamente todo, tiene solución, solo necesitas de la guía correcta que te muestre el camino, después todo depende de ti, de que te decidas a andar el camino.

Maestra Tiava

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